En junio, el Banco Central de Bolivia comunicaba, a través de su Resolución de Directorio Nro. 144/2020, que dejaba sin efecto la prohibición a las entidades financieras de procesar órdenes de pago por compraventa de criptoactivos y usar, comercializar y negociar criptoactivos en el sistema de pagos nacional. En otras palabras, las restricciones a cualquier tipo de operación y uso quedaron sin efecto.
Este giro puso fin a una de las políticas más rígidas en materia de criptoactivos de la región. Hoy, las entidades financieras y el público en general pueden operar con criptoactivos sin restricciones regulatorias de ningún tipo.
Este nuevo escenario significa una buena noticia para la industria y sus usuarios, a la vez que propicia el desarrollo de este mercado. Más allá de que la experiencia internacional indica que para darle sostenibilidad al sistema se necesitará avanzar a futuro con algún marco regulatorio, este necesariamente deberá ser equilibrado y razonable.
Es que convertirse en un “hub crypto” regional permitiría la atracción de inversión directa, mano de obra calificada extranjera y desarrollo de la local. Además, permitiría darles a los usuarios alternativas legales, rápidas y eficientes frente a la actual crisis de liquides de moneda extranjera.
En el contexto de las nuevas tecnologías descentralizadas y sus aplicativos (siendo los criptoactivos los más relevantes), aún estamos lejos de un consenso sobre cómo, qué y a quién regular. Sin embargo, también es válido preguntarse: ¿es necesario regular?
Está claro que las tecnologías descentralizadas y sus variadas aplicaciones aún se encuentran en un proceso de desarrollo y de paulatina adopción. Por tal motivo, apresurarse a imponer esquemas regulatorios y de control pueden tener un impacto negativo. Una forma para encontrar un equilibrio puede ser los denominados “sandbox”, que son marcos regulatorios básicos y generales que permiten a las empresas moverse con reglas claras, pero aún con cierta libertad.
En ese sentido, debe cuidarse no caer en patrones de regulación tradicionales. El fenómeno de las tecnologías descentralizadas requiere formas innovadoras de abordar su regulación.
Bolivia se encuentra frente a una hoja en blanco y con una oportunidad de sentar las bases para una revolución financiera local y regional, si es que el pragmatismo se impone en la búsqueda de soluciones que la coyuntura demanda.